UN LLENÇOL PER EMBRUTAR. Salvador Iborra Mallol.

UN LLENÇOL PER EMBRUTAR.  Salvador Iborra Mallol.
Sense dubte un dels millors llibres de poesía que he llegit, un pilar base en la emergent nova literatura catalana. Un homenatge per al lector.

LA MADONNA

LA MADONNA
Munch

jueves, 29 de julio de 2010

SAD ENDING

Las siluetas de las azoteas de su ciudad todavía se filtran a través de la ventana. Observa quieto el horizonte de nubes grises, cientos de horizontes. Es duro ser una isla rodeada de horizontes porque la gente siempre pide explicaciones de tu indiferencia. Tienden la mano desde sus horizontes para llagar tu memoria. Y a poco que respira su soledad vuelve a ser consciente de lo que se dijo tantas veces: El pasado y el presente tienen extrañas maneras de converger. Pero él no habrá de salir de esta habitación jamás para sentir su vida al borde del desfiladero, todo lo contrario; se acostumbró a que hubiera un siniestro en cada palabra escuchada y un destierro en cada lágrima. Esto era la vida, nada más. Tendido en la cama, mientras sus músculos se pudrían, se preguntaba sobre el diámetro de la Tierra, veía un seísmo de grado siete en Haití, asistía impune al sexo salvaje de las películas X sólo por curiosidad, tal vez por revivir el asesino que todos llevamos dentro. Y esas manos ya no supieron acariciar a las mujeres porque existía el sentido de la gravedad, labios que sólo contienían la mayor ofensa jamás nacida.

sábado, 27 de febrero de 2010

LLENA DE VIDA

En ella hubo múltiples horizontes maltrechos que obedecían al crepúsculo, y un océano lamía constantemente sus ojos. Pero en ella comenzaba la vida y terminaba la muerte; la aleteante presencia ubicua de un anochecer, y en los días de frío el sol se esforzaba en morir en sus manos. Día a día se diluían argumentos y razones entre nuestros brazos, y ardía de amor el mundo por los cinco continentes. Yo me había ganado a pulso el silencio de la muerte y la soledad. Pero ella vino, llena de vida, a mis días con sus noches y revivió palabras de antiguos cantos ya olvidados. Y entonces todas las ciudades, todas las avenidas y las calles, el cielo circunvalando volvió a existir.

A pesar de todo, fue tan fugaz que pareció banal, aunque moriría por existir de nuevo otra vez.

A ti, ahora que ya no tengo nada.
Rafa.